EMOCIONES ENCONTRADAS DE UNA EDUCADORA INFANTIL
- Laura Buitrón Daimiel
- 28 mar 2021
- 7 Min. de lectura
¡Hola mariposas! Cómo ya os dije hacía tiempo que no me pasaba por aquí, pues en la escuela me ampliaron horas y además sigo preparándome un examen de inglés que dentro de poquito me examino, por lo que mi atención está enfocada únicamente en estas tareas.
Intenté abarcar mucho pero ya sabéis que cuando intentamos abarcar tanto nuestro cuerpo nos habla, y algo que he aprendido es que cada cosa a su debido tiempo, que mejor las cosas despacito y con buena letra.
Hemos terminado otro trimestre y me encantaría contaros algunas cositas sobre todos estos meses. Para poneros un poco situación, este año estoy en un aula de 0-1 año. Los bebés normalmente suelen incorporarse de forma escalonada, este año con la situación del Covid las incorporaciones han ido más despacio. Empecé con 2 bebés y he terminado con 6 bebés, un aula mixta con bebés desde 6 meses a 15 meses.
Y puestos en situación, os voy a contar el ejemplo de algunas de las rutinas de un día de trabajo en esta etapa, con las sensaciones y emociones que yo he sentido y cómo a través del mindfulness las he gestionado.
Suena el despertador a las 5.45h y ¡Qué duro es madrugar tanto! Mis primeros pensamientos son, que agradecida esto, tengo trabajo, tengo salud, mi familia está bien, puedo dedicar mi día a lo que más me gusta, dar lo mejor de mí a estas pequeñas criaturas. ¡Vamos a por un café y a comernos el día con patatas!
Abro la escuela, vienen los primeros peques, tomamos temperaturas, rellenamos registro de llegada para tener controladas las burbujas de las aulas, ponemos zapatos de la escuela, quitamos abrigos… y por fin nos sentamos a desayunar.
Vienen los primeros bebés, los ponemos en su pequeña burbuja hasta que nos vamos a nuestra aula.
Y una vez que empieza nuestro día en nuestra aula, empezamos nuestras rutinas. Luis de 11 meses, toma su biberón, necesita todavía un poquito de ayuda. Viene Mario (15 meses), toma manzana con leche, y lo hace él solito, van incorporándose poco a poco. Mientras voy adelantando cositas, preparación de actividades, decoración, escribir información para las familias en la agenda, y por supuesto adelantando las notas del 2º trimestre. Todo esto con 20 ojos y atendiendo al mismo tiempo todas las necesidades que van demandando los pequeñajos. Son las 8:30h, vamos a cambiar pañales para poder comenzar con la rutina de asamblea y actividades. Entre cambio y cambio, preparo biberones que tocan después de la asamblea.
A las 9h comenzamos asamblea, algunos de mis pequeñines ya se sientan en la colchoneta solitos a la espera de empezar nuestra asamblea, saludamos a Ramona y algunos les dicen hola, le tiran besitos, vemos el tiempo que hace, Mario sopla cuando preguntamos si hoy hace viento. Ana de 15 meses, toca las palmas, Luisa de 13 meses grita y se pone contenta. Carlota de 6 meses comienza a llorar, empieza a tener hambre… pero tenemos un problema, se acaba de adaptar y toma pecho, no consiguen en casa que coja el biberón, tenemos que acortar la asamblea… y ponernos manos a la obra, así que despedimos a Ramona, ponemos canciones de Rosa León para bailar porque nos encanta y los más mayores empiezan a bailar y yo con ellos mientras me dirijo a por los biberones de las otras dos bebés más pequeñinas. (Me costó sudores y casi lágrimas que Carlota cogiera el biberón, pero finalmente lo conseguí, tras mucho trabajo Carlota ya coge el biberón). Saco juguetes para el resto. Los demás se ponen celosos y demandan mi atención, Mario viene a abrazarme le devuelvo el abrazo como puedo…y se va feliz a seguir jugando, eso me satisface porque siento que el apego es seguro. (Siento esta sensación, la valido y continuo con todas las tareas)
Tras esos biberones, preparamos las actividades hoy toca pintar con pintura de dedos, nos organizamos por etapas, no soy partidaria de obligar, por lo que simplemente les muestro, se familiarizan, a algunos les encantan y quieren más y más… J a otros no les gusta y respeto que no quieran participar. Las bebés más pequeñinas demandan mi atención, lloran sin parar, tienen sueño… por lo que las actividades se quedan en un segundo plano. Hacemos lo que podemos cuando podemos, y las necesidades de los niños están por encima que cualquier actividad.
Termino primera actividad, preparo segunda actividad, trabajamos psicomotricidad, hoy nos toca circuito con bloques y pelota de Pilates. Les dejo libremente, mientras les observo duermo a las dos bebés pero una de ellas necesita de mis brazos… de esa forma se relaja y consigue dormirse en la hamaca tras un ratito en brazos. Luis se hace caca, espero a que se duerman para que no se pongan más nerviosas. Después voy a cambiar pañales, Ana se pone nerviosa cuando me meto en el cambiador, grita sin parar y necesita mi presencia constante, tras varios meses compruebo que únicamente quiere pasar al cambiador y estar conmigo cerca. Al principio mis sensaciones y emociones eran ponerme nerviosa por su comportamiento, solo me hizo falta escuchar y ver sus necesidades para saber lo que necesitaba, estar a mi lado. Dentro del cambiador ella va a su juego, y solo se asoma por la ventana de la puerta.
Por fin puedo sentarme con ellos ¡Un ratito para jugar con ellos! Aunque he de decir que son las 10 y ya estoy agotada, mi cuerpo me habla necesito un poco de agua, así que les digo peques la profe necesita agua, antes no me paraba ni a beber agua, algo que me enseñó el mindfulness es que para poder cuidar hay que cuidarse, así que escucho a mi cuerpo. Paro, bebo agua, y seguimos nuestra rutina. Son las 10 y 20, preparamos abrigos ¡Nos vamos al patio! Ponemos abrigos, echamos cremita de sol, sacamos a las bebés les ponemos sus abriguitos y mantitas para que estén calentitas, cogemos colchoneta y juguetes y… ¡Profe! Tu abrigo… que si te pones malita tu no podrás cuidar de estas criaturas... ahora siiii ¡Nos vamos! Hace sol, me siento en la colchoneta con ellos, ayyy ¡Qué agustito!! Necesito respirar, porque sí llevamos mascarillas, un añadido más. Me levanto me quito la mascarilla hago dos respiraciones conscientes y… ¡A jugar al pilla pilla con los mayores! J Intento dedicarle unos minutos a cada niñ@ dependiendo de sus necesidades.
Llegan las 11, mis 15 minutos de descanso, por los que tuve que luchar para conseguirlos. Sí no haces una jornada completa no te pertenece ese tiempo de descanso jajajja ¿Ridículo no? 15 minutos, pues si señores/as 15 minutos de descanso que nadie me regala y que por supuesto tengo que salir 15 minutos más tarde para que se recuperen, 15 minutos que me dan la vida, que me dan la energía necesaria para seguir mi mañana, para estar al 120%, porque cuidar de estos niños es necesario estar a más del 100%. No es cambiar pañales y dar unos biberones no... Es mucho más que eso. Es conseguir que un bebé de 6 meses consiga comer y que sus padres estén eternamente agradecidos por ello, es conseguir que Ana termine el trimestre cogiendo la cuchara y coma ella sola, es que Luis se ponga el chupete y consiga esa autonomía de dormirse solito. Es rellenar esas notas y escribirles a las familias todos los logros conseguidos día tras día y las sensaciones de felicidad que eso te causa, es la sensación que se te queda en el cuerpo que a pesar de estar agotada, consigas todos esos objetivos, es conseguir los abrazos y el cariño de esos niñ@s y de las familias. Es un trabajo duro como muchos otros pero es gratificante y eso, es mi mayor regalo.
Aquí hago un parón para seguir contándoos parte de mi rutina en otra ocasión…comidas, cambios, rutina de sueño, y además seguir con otras tareas.
El mindfulness me ha ayudado a enfocar mi atención en el momento presente, aunque son muchas tareas las que tenemos en la cabeza y que no se nos pueden pasar por alto, al mismo tiempo estar con 20 ojos en cada momento. Estar presente en cada momento, dedicándole el 100% de tu tiempo al niño que atiendas haciéndoles ver que estás en ese momento para ellos, o a la tarea que estés haciendo, ya sea preparar un biberón, dar una medicación, es el mejor regalo que me ha dado el mindfulness. Antes iba con un cohete pegado en la espalda, y eso no me hacía ver 100% esas necesidades, observar por ejemplo que un niño se arrastra apoyando sus deditos gordos en el suelo y eso es lo que hace dar ese empuje para conseguir velocidad en su arrastre, o que una niña necesite simplemente un abrazo en un momento puntual para sentirse tranquilo, y dejadme que os diga, esos momentos en los que descubres esos detalles de la evolución de cada niño o esos simples gestos que hacen que tu día a día sea mejor, son maravillosos.
Esta forma de mindfulness es lo que llamamos prácticas informales pero además es importante trabajar las prácticas formales, es por eso que casi todos los días dedico un tiempo por las tardes para hacer una meditación, soltar tensiones acumuladas, y escuchar al cuerpo y a la mente. Cuidar de niñ@s tan pequeños implica una gran responsabilidad, que ojalá en algún momento se le dé la importancia que se merecen, pero nosotros los educadorxs tenemos que cuidarnos para poder cuidar de los demás, sobre todo de personas tan pequeñitas.
Son las 10:30h me tumbo en el sofá y me quedo dormida, el día ha sido muy largo, pero estos satisfecha. Soy Educadora Infantil y orgullosa de ello, quizás he podido hacer algo mejor en ese día, pero acepto lo que ha sido y trato de hacerlo mejor en otra ocasión, aprendiendo de mis errores, aceptando que hago lo que puedo, dentro de mis posibilidades, dentro de cómo está gestionada esta etapa dentro del sistema educativo.
Si no conoces el mindfulness te animo a que indagues, es el mejor regalo que me ha dado la vida.
Con cariño, de una educadora de corazón. Sigamos creciendo como mariposas.
Comments